Cada año, el Everest, con sus impresionantes 8.849 metros de altura, atrae a miles de alpinistas en busca de gloria. Sin embargo, esta emblemática montaña también se ha convertido en escenario de una tragedia recurrente: los cuerpos de los alpinistas que no logran sobrevivir quedan abandonados en sus laderas. Este hecho genera numerosas polémicas y plantea cuestiones éticas y prácticas complejas.
La realidad de los cuerpos en el Everest
Una estampa trágica
Desde las primeras ascensiones en 1921, cerca de 323 personas han perdido la vida en la cima del mundo. El año 2019 fue especialmente fatal con al menos 11 muertes registradas y el 2023 no se quedó atrás, con 12 víctimas mortales y al menos 5 desaparecidos, a pesar del récord de permisos entregados ese año: 478.
Un «cementerio al aire libre»
El Everest es ahora descrito como un «cementerio al aire libre». A medida que los cadáveres se acumulan, la montaña se convierte en un espacio plagado de memoria inmortalizada en el hielo. Los cuerpos sufren transformaciones escalofriantes debido a las condiciones extremas del clima y la altitud.
Factores que contribuyen a la permanencia de los cadáveres
Razones prácticas y dificultades técnicas
Existen varias razones que explican la presencia de cuerpos en el Everest. En primer lugar, las condiciones ambientales extremas. Las temperaturas glaciales, los vientos violentos y la reducida cantidad de oxígeno hacen que las operaciones de rescate sean muy peligrosas, a menudo imposibles. Además, a estas altitudes, los helicópteros no pueden operar eficientemente.
Complejidad logística y cuestiones éticas
Otro factor es la complejidad logística. Los cuerpos suelen encontrarse en zonas de difícil acceso y tanto la ascensión como el descenso requieren una gran exigencia física y una logística precisa. Finalmente, hay quienes sostienen que intentar recuperar los cuerpos no es ético ya que podría poner en peligro otras vidas.
Desafíos logísticos y técnicos para la extracción
Riesgos del rescate
Aunque exista un deseo de respetar a los fallecidos llevando sus restos a casa, la realidad es que los riesgos asociados al rescate son enormes. Los cadáveres, frecuentemente congelados e inmovilizados por el hielo, se convierten incluso en puntos de referencia para otros alpinistas.
Consecuencias ecológicas y éticas
Efectos medioambientales
El abandono de cuerpos en el Everest también plantea problemas medioambientales. La acumulación de residuos, incluyendo restos humanos, contribuye a la degradación de este espacio natural.
Implicaciones éticas
Además de las consideraciones prácticas y ecológicas, la presencia de cadáveres en la montaña plantea cuestiones éticas importantes. ¿Es correcto dejar los cuerpos en el lugar donde encontraron su final o deberíamos esforzarnos por recuperarlos ?
Cambios futuros y posibles soluciones
Regulaciones más estrictas
Una posible medida podría ser la implementación de regulaciones más estrictas para aquellos que deseen escalar el Everest. Esto podría reducir el número total de escaladores y, por ende, el número potencial de muertes.
Promover una mayor conciencia
Formar a los alpinistas sobre los riesgos del ascenso también es importante. El testimonio contemporáneo de Julie Mckelvey, que escaló en mayo de 2023, recuerda lo impactante que resulta encontrarse con estos cuerpos durante la subida.
Evidentemente, no existen soluciones sencillas para este problema. Las dificultades técnicas y logísticas se unen a dilemas éticos complejos. Mientras tanto, los cuerpos enterrados en hielo siguen siendo un sombrío recordatorio de los desafíos y sacrificios que implica alcanzar la cumbre del mundo.
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